La asesoría de imagen no es una profesión nueva; en el siglo XX, uno de los casos más representativos de la asesoría de imagen fue la que necesitó el rey Jorge VI quien contrató a un asesor de neurolingüística, para mejorar sus discursos en público.
A finales de los años 50´s John T, Malloy descubrió que la ropa que vestían los maestros tenía un gran impacto en la actitud de los alumnos en sus clases. Continúo con su investigación y encontró que la ropa que se usa afecta en gran medida como responde el público o los interlocutores. Por lo que en los comienzos de 1960 empezó a asesorar políticos, abogados y empresas acerca de cómo vestirse.
En 1975 publicó el libro “Dress for Success”, que se basó en el efecto que tiene la ropa en el éxito de una persona en la vida personal y en el ámbito profesional.
Hoy en día los parámetros usados por Malloy pueden considerarse anticuados, sin embargo su teoría que la forma de vestir debe ayuda a ascender al éxito, sigue siendo vigente
En 1970 Emily Cho, fundó en Nueva York, la firma consultora New Image. La idea del servicio no solo era asesorar a los clientes en la compra de la ropa, sino también ayudarlas a descubrir las cualidades internas.
En 1980, en EE.UU, el mercado creció considerablemente y así también la demanda de personas que requerían de los servicios de un consultor de imagen.
En esta época fue cuando los servicios se dividieron en 4 categorías:
- Color y vestimenta
- Oratoria y presentaciones en público
- Relaciones públicas y personales
- Motivación
Crecimiento… cambios
Como en todo crecimiento, surgieron ramas o divisiones entre aquellos que defendían la idea de asesorar al cliente pero respetando sus intereses y aquellos que intentaban cambiar a sus clientes más allá de sus preferencias particulares obligándolos a lucir forzadamente una imagen con la que no se identificaban.
A mediados de los 90, la economía en EE.UU. comenzó a declinar. Los presupuestos se vieron afectados, en las empresas hubo recorte de personal y todo esto genero miedo e inseguridad en los trabajadores quienes recortaron sus gastos y dejaron de lado todo lo que pareciera innecesario.
Por otro lado, surgieron las compañías de tecnología, el boom de los sitios de Internet y compañías que se manejaban por jóvenes emprendedores que imponían su propio estilo. Un estilo más relajado, no solo por la personalidad de estos nuevos ejecutivos que no les interesaba como lucían, sino además apoyados por el hecho de que lo virtual era lo que estaba de moda. De ahí surgió lo que hoy se conoce como Viernes Casual o Cassual Friday que muchas compañías adoptaron. Todo esto obligó a la industria de la asesoría de imagen a repensar su negocio.
En 1990 con el crecimiento de la economía en los EE.UU, el l asesoramiento de imagen renació con una estructura un poco más relajada y amigable. Ya no se usaba el “uniforme” para ir a trabajar y los códigos de vestimenta se hicieron un poco más flexibles.
El hecho de que el mundo se hiciera más globalizado generó una nueva inquietud hacia la profesión, incorporando la etiqueta y el protocolo que permite ayudar a los que interactúan con diferentes culturas.
Ya a comienzos del 2000, era totalmente común encontrar en cualquier punto de los Estados Unidos un asesor de imagen, como así también en muchos países de Europa.
La Asesoría de Imagen se utilizó en un principio para atender las necesidades de figuras públicas. Hoy en día cualquier persona puede acceder a esos servicios para obtener los beneficios de una buena imagen: se aplica a todas las edades y profesiones (estudiantes, amas de casa, personas que estén en busca de empleo, políticos, etc.).